A estas alturas nuestros payasos no importan.
La Trapecista, el Domador, Los Fenómenos son cosa vieja, de otro siglo, no importan.
Yo soy el Circo, todo el Circo.
No admito que nadie objete mi supremacía.
‘El Ilusionista’, José Emilio Pacheco
Cuando pensamos en el circo, generalmente vienen a la mente la risa, el asombro, la sorpresa y la particular magia de este espacio tan único, pero, ¿Qué pasa cuando se apaga el reflector, se cierran las puertas, se duermen los leones y el maquillaje se cae? Queda el circo de noche, el circo dormido: un mundo que sedujo a dos grandes mexicanos, al escritor José Emilio Pacheco y al artista plástico Vicente Rojo.
Tras encontrarse con el circo apagado, los artistas, desde su respectivo lenguaje, entablaron un diálogo que ofrecieron al público en Circos: una serie de trabajos (exposición, libros y series) que mediante un ejercicio poético-plástico (respectivamente) ha echado luz a esa otra faceta obscura del circo donde están las jaulas, el viaje sin fin, la soledad, el paso de los años, los juguetes en desuso.
Todo comenzó en 1994, cuando el escritor publicó El silencio de la luna en donde se compilan varios poemas cuya inspiración es el circo de noche, posteriormente, en el año 2010, Vicente Rojo, amigo y compañero de Pacheco, creó la serie Circo dormido donde evidencia un juego con la lírica, las palabras y los colores, las figuras literarias y la geometría; una serie que bebe de las aguas del lenguaje pictórico y escrito.
Una vez realizados los dos proyectos, se fusionaron en un libro que daría también título a la exposición que le sucedió, Circos. El trabajo editorial compilaba la obra de Pacheco, Rojo y la fotografía del hijo de este. Finalmente, en el año 2012, fue que se consolidó esta búsqueda en forma de exposición en la galería Freijo Fine Art de Madrid donde dialogaron de manera pública estos dos discursos.
José Emilio Pacheco, en sus obscuros, alegres y a la vez muy melancólicos versos espejea a la sociedad en esta tribu del circo: todos jugamos uno u otro papel en esta puesta en escena que llamamos vida. Nadie queda exento en la fuerte crítica que realiza el literato, misma que inspiró a Rojo a llevar a un plano gráfico y escultórico estos conceptos casi a manera de respuesta, el artista plástico realizó una serie de obras que, muy a su modo, relatan la vivencia y la sospecha de esta soledad tras bambalinas.
Este par de artistas convirtió al circo dormido en una metáfora de la vida, una analogía que se encarna en gouaches, maquetas y letras. Parte de lo interesante de esta serie de trabajos es que ambos plantearon perspectivas muy personales que no necesariamente compartían y aún así la correspondencia entre las obras es palpable.
La metáfora plástica y literaria que proponen los mexicanos se apoya en conceptos como el escenario, las jaulas, los juguetes, y vislumbra una niñez que a diferencia de lo que se pensaría, tratándose del tema circense, es una infancia arrebatada, una añoranza que remite a este mundo fantástico que se termina una vez que llega la realidad, una vez que los años hacen de la suya y triunfa la edad. Un ambiente que no huele a risas, un circo que sabe a melancolía.
Vuelve cosa de risa lo intolerable Nos libera
de la carga de ser,
la imposible costumbre de estar vivos
‘El Payaso’
Dentro de este universo paralelo que se aloja en las carpas nómadas, los roles son muy claros; encontramos al payaso, al domador, el ilusionista, el maestro de ceremonias, el hombre elefante y la mujer barbuda. Por ejemplo, tanto Rojo como Pacheco encontraron inspiración en la figura del trapecista.
La Trapecista no comparte el estigma:
ser de la tierra y regresar a la tierra;
vivir atados al polvo
por la ley de la gravedad y por la pesadumbre del cuerpo.
‘La Trapecista’
Pacheco y Rojo, ambos miembros de El Colegio Nacional, sumaron a su proyecto a Vicente Rojo Cama, hijo del escultor mexicano, quien mediante fotografías alimentó la visión dual de los creadores de Circos. Esta triada de artistas llevó a varios planos su introspectiva investigación acerca del universo circense, alimentando cada vez más el proyecto a manera de publicaciones, exhibiciones y diálogos artísticos en general.
Circos, el fruto de la suma de las perspectivas de dos de los más grandes artistas mexicanos.
El Colegio Nacional 